Truco o trato


Cada 31 de octubre es más notorio. Año tras año, Halloween se celebra en más lugares del mundo y Tres Arroyos no escapa a este fenómeno. Paulatinamente son más los niños que se dejan encantar por esta celebración de origen europeo, que Estados Unidos se ha encargado de comercializar y expandir a los más vastos rincones del planeta.

Un chico con un disfraz alegórico a la “Noche de Brujas” es una imagen que, al principio, puede resultar extraña. Sin embargo los argentinos –en particular, los tresarroyenses- han ido acostumbrándose lentamente a esa situación, por lo que resulta lógico que se pierda de vista el significado esencial de la misma. Así funciona la costumbre.

Se trata de un hecho que en su base es ajeno a la cultura nacional, extraño a ella. Y sucede que progresivamente se fue incorporando a las celebraciones pintorescas de cada temporada. Entonces, la realidad indica que se ha adoptado una costumbre impropia, exógena.

En efecto, los orígenes de Halloween se remontan a la cultura celta, unos 2.500 años atrás. Esta festividad se conmemoraba cuando el año de estas sociedades terminaba, precisamente, el día 31 de octubre del actual calendario occidental.

En esta fecha, los celtas creían que los espíritus podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar, pedirles alimentos y bienes. Estos supuestos seres sobrenaturales condenaban con conjuros a quienes no accedían a sus peticiones. De allí la frase "truco o trato”.

Para evitar esta situación, la gente adornaba las casas con huesos, calaveras y demás símbolos desagradables, de forma que los muertos continuaran su camino asustados sin detenerse.

En el siglo XIX, los emigrantes europeos que decidieron comenzar una nueva vida en los Estados Unidos inculcaron esta costumbre, que empezó a difundirse por su nuevo país.

La internacionalización de Halloween es una realidad gracias a la penetración del cine hollywoodense y a las series de televisión, productos típicos de Norteamérica. Precisamente, estos inventos impulsaron el consumo de un merchandising que cada año no pasa desapercibido, incluso en comercios locales (ver foto) y que insita a un mayor consumo.

El pasado miércoles hubo nuevamente más chicos disfrazados que el año anterior, paseándose alegremente como si se tratara de algo absolutamente natural. Y es sin dudas preocupante que muchos jóvenes conozcan y celebren un acontecimiento que no remite a su cultura. Por el contrario, está claro que la inmensa mayoría de los adolescentes argentinos no recuerda muchas de las fechas que realmente tienen significado para su pasado, su presente y su futuro.

Lo cierto es que los chicos son lógicamente muy vulnerables a la manipulación, ya que están en plena formación intelectual y son blanco fácil para este tipo de hábitos importados del mal denominado primer mundo. Así, el truco del capitalismo es vender esta supuesta fiesta a la mayor cantidad de niños del mundo, aunque el truco en realidad no resulte –en el fondo- un buen trato.

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