La otra cara de la moneda


A lo largo de su historia, Tres Arroyos ha sido una ciudad caracterizada por un considerable bienestar económico y social, beneficioso para la mayoría de sus habitantes.

Uno de los principales condicionantes de esta situación es la prosperidad del campo y la producción agrícola ganadera, la más destacada actividad económica del distrito.

En los últimos años la ciudad ha vivido un sensible crecimiento en su población, acompañado de una perceptible evolución tanto económica como social, de la mano de una situación similar registrada en todo el país de 2003 a esta parte.

Sin embargo y a menudo, muchos se dejan encandilar por los vistosos autos que acostumbran circular por las calles del casco urbano tresarroyense, al igual que por las fastuosas viviendas localizadas en algunas áreas residenciales de la ciudad.

Si bien las cifras no son tan alarmantes, no se puede pasar por alto que la pobreza existe y está presente. Los últimos datos oficiales disponibles corresponden al Censo Nacional realizado en 2001. Según estos guarismos, Tres Arroyos contaba hace seis años con unos 56 mil habitantes, de los cuales algo más de 44 mil formaban parte de la población económicamente activa. De ese total, el 21.97 % de los habitantes con condiciones para trabajar no podía hacerlo por aquellos años por falta de posibilidades.

También como resultado de ese inventario, se señalaba que de un total de 15 mil hogares, un 6 % tenía sus necesidades básicas insatisfechas. Traducido en cantidad de habitantes, ese índice significa unas 3.300 personas.

Si bien culminando el 2007, puede inferirse que los números en la actualidad deben ser menos acuciantes, la situación de seis años atrás demuestra que en Tres Arroyos también existen hoy la pobreza y la desocupación.

El habitual paisaje urbano de carros repletos de cartones, tirados por caballos o bicicletas, acompañado por mayores y niños revolviendo bolsas de basura es una triste imagen que ya se ha hecho parte de cada ciudad.

Fuera de las cuatro avenidas, por las zonas periféricas del distrito, existe el hambre. Hoy en Tres Arroyos son cada vez más las escuelas en las funcionan los comedores. Hay chicos que trabajan ayudando a sus padres, juntando botellas, cartones o simplemente pidiendo en las calles o iglesias.

Aún más, a sólo 10 ó 15 cuadras del microcentro hay viviendas que no poseen cloacas, gas por red pública ni agua corriente.

Las mayorías suelen hacer oídos sordos y prefieren no mirar más allá de lo que pasa fuera del radio céntrico de la localidad. Muchos parecen creer que los problemas sociales existen sólo en Buenos Aires, el conurbano bonaerense y las grandes ciudades.

Sin embargo, está claro que no es así. Hay que asumir los inconvenientes que cada sociedad tiene, porque ese es el principio para empezar a solucionarlos. Tres Arroyos ofrece para la mayoría de sus habitantes un nivel de vida positivo y apreciable. Pero también hay que ser consciente de que muchos que habitan en la misma ciudad no están exentos de los problemas estructurales que afectan a los sectores más pobres del país. Sencillamente, es hora de dejar de mirar para otro lado.

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