Desde hace un tiempo a esta parte, diversos medios capitalinos han abordado un tema que a muchos padres preocupa: la violencia juvenil a la salida de lugares de esparcimiento nocturno.
Tras la muerte del joven, el municipio implementó importantes cambios. Uno de ellos, fue modificar el horario de asistencia a los boliches. La medida establecida consistió en que los menores de 18 años no pudieran concurrir a dichos lugares pasadas las dos de la mañana. Por su parte, los mayores de edad sólo podían ingresar a los locales después de las dos y hasta las cinco de la madrugada.
En este contexto, y luego de permanecer en vigencia desde cuatro años, la disposición mencionada parece volver a ser tema de discusión. En los últimos días, un grupo de madres tresarroyenses planteó la idea de modificar la actual ordenanza.
Indudablemente, la preocupación de estas madres por la seguridad de sus hijos es evidente. Lo que no es tal es la solución sugerida para abordar la problemática en cuestión.
Si bien es cierto que hay que aplicar metodologías para erradicar la violencia en los boliches -dentro y fuera de éstos-, también es verdad que el cambio de horario parecería ser una salida un tanto superficial.
Ante lo dicho, hay diversos caminos que se podrían tomar para poner fin a la problemática planteada. Uno consistiría en emplear políticas de carácter educativo por parte del municipio, que tengan como propósito que los adolescentes tomen conciencia de la compleja realidad que se vive en cuanto a violencia juvenil. La familia también cumple un rol clave en el esclarecimiento de esta problemática.De ese modo, sería más enriquecedor todavía que dicha tarea se encontrara a cargo de profesionales calificados en el tema, tales como psicólogos o sociólogos y que, tal vez, podrían brindar una visión diferente del asunto abordado.
En definitiva, para que esto se pueda cristalizar es necesario que funcionarios públicos, padres y –sobretodo- adolescentes, se esfuercen para comprender que la violencia es un mal que afecta a toda la comunidad y que, de una forma u otra, hay que cortar de raíz para un mejor bienestar social.
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