Pensar en lo que hay que pensar

A la distancia el conflicto del campo con el Gobierno pareciera no tener fin. Al menos a corto plazo. Tanto el sector político como el agropecuario defienden su posición. Es por esto que ninguna de las partes tiene el gesto de aflojar la cuerda en busca de una solución al problema.

Muchas idas y vueltas se han producido desde aquel ya lejano 11 de marzo, fecha en que el Ejecutivo implementó un nuevo esquema en las famosas retenciones. Desde ese entonces, productores rurales de todo el país decidieron llevar a cabo un paro en señal de protesta por la medida establecida. En consecuencia, ya son casi tres meses de conflicto.

En ese lapso, numerosos desencuentros se han llevado a cabo entre los actores principales de esta eterna novela. Declaraciones del Gobierno en contra del campo -y viceversa- ocasionan que la discusión tome cada vez más temperatura.

No cabe ninguna duda que en esta lucha hay intereses de por medio, tanto del Gobierno como del sector agropecuario. Ambas partes argumentan que las posturas tomadas benefician a todos.

Sin embargo, si hay que remitirse a la actualidad, parece que la teoría no se asemeja a la práctica. Los cortes de rutas y el posible desabastecimiento en las góndolas son sólo dos consecuencias del conflicto que –claramente- no beneficia en nada a la cotidianeidad de aquellos que son ajenos a las diferencias que ambos manifiestan.

Al presente, todo indica que el tema va para largo. En un contexto como el actual, en el que las incompatibilidades parecen estar más establecidas que nunca, hay una sola forma de resolver la cuestión: la única manera viable de darle un corte definitivo sería que el Gobierno y el sector agropecuario dejen de lado ciertos egos y tengan la grandeza de ceder un poco cada uno.

Con esta acción, se estaría pensando realmente en los argentinos, tal como lo manifiestan en todo discurso y acto público que se les presenta.

0 comentarios: