Crónica de una pesadilla

El pasado miércoles, el mundo fue conmocionado por un hecho que todos esperaban que sucediera, pero que parecía no iba a concretarse nunca: la liberación de Ingrid Betancourt secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC) hace más de seis años.

El 23 de febrero de 2002, la candidata presidencial colombo-francesa, vio sus proyectos y su vida truncada por este grupo guerrillero que la mantuvo en las sombras durante seis años, cuatro meses y nueve días. Antes de su secuestro, Betancourt fue reconocida por su insistente lucha contra la corrupción política de su país y siempre defendió la salida negociada al conflicto armado de Colombia.

Todo comenzó seis años atrás. A finales del segundo mes del año 2002, en Colombia se vivían momentos de tensión entre el gobierno –en ese momento encabezado por Andrés Pastrana- y las FARC. La suspensión del diálogo entre las dos fuerzas enfrentadas hizo que el oficialismo ordenará la toma de la llamada Zona de Distensión por parte del ejército.

El presidente colombiano viajó a San Vicente del Caguán con el objetivo de reconocer la presencia de la fuerza pública nuevamente en el municipio. Ingrid Betancourt, en medio de su propia campaña presidencial decidió hacer acto de presencia, para solidarizarse con el pueblo y acompañar a su alcalde quien había sido elegido en representación del partido de Betancourt.

Ingrid partió hacia San Vicente del Caguán por tierra, ya que no se le había permitido viajar en un helicóptero militar que se desplazaba hacia aquel lugar, en contra de las advertencias realizadas por el gobierno ante la presencia de guerrilleros y los combates en la zona. Cuando los detuvieron dos retenes del ejército, uno regular y un segundo al mando de un General colombiano, éste le advirtió sobre la presencia de la guerrilla kilómetros más adelante. Ingrid le dijo a su conductor que continuara la marcha.

Después de avanzar varios kilómetros, la dirigente política y su jefe de debate, Clara Rojas, fueron detenidas y secuestradas por las FARC. Los entonces ministros de Justicia e Interior declararon ante los medios que la candidata era responsable de su secuestro, palabras que desataron la furia e impotencia desde el partido que presidía la candidata presidencial.

A partir de ese momento y durante seis años, el secuestro de Betancourt tomó carácter mundial. La preocupación por su estado de su salud era un tema que preocupaba y desde los medios de comunicación se iba estableciendo la peor hipótesis: la muerte en la selva de la candidata a presidente.

Durante estos seis años, algunas pruebas de supervivencia tranquilizaron a la familia, aunque no fueron suficientes para la madre y los hijos de la candidata colombo-francesa.

Tras los años en que Ingrid Betancourt estuvo capturada, la última prueba de vida fue el puntapié para comenzar con la liberación de esta líder política. En el video secuestrado pudo verse a una mujer indefensa, con cadenas en las manos, una cara demacrada por la violencia y la desesperanza. Unos ojos que denotaban la tristeza de estar lejos de su familia, de estar en medio de un conflicto político sin poder defenderse y con la desesperación de no saber cuándo terminaba la pesadilla.

Ingrid Betancourt fue liberada junto con otros prisioneros el miércoles 3 del corriente mes. El mundo se hizo eco de esta noticia. La ex candidata a presidente hizo un pedido a los líderes latinoamericanos para unirse y poder liberar a los restantes prisioneros del grupo guerrillero más peligroso de Colombia.

Ella vivió en una pesadilla durante seis años y no quiere que ninguno de sus compañeros secuestrados esté mucho tiempo más en cautiverio. Ella sabe lo que siente y vive cada día un secuestrado.

Ingrid Betancourt fue liberada y con ella se cierra un capítulo que tuvo en vilo a todos. Sin embargo no es el único caso. Si bien su secuestro –por tratarse de una líder política candidata a presidente- sirvió para hacer público el caos y terror que vive el pueblo colombiano, una vez liberada no debe olvidarse a las personas que siguen secuestradas y que anhelan tener también, un final feliz.

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