Desde hace siglos Argentina viene sufriendo, al igual que los demás países denominados tercermundistas, una invasión por parte de los Estados Unidos. Este imperio abarca, no sólo el campo económico, sino también el cultural, el de las comunicaciones e informaciones, adueñándose poco a poco de todo aquello que no le pertenece.
Ejemplos de ésto existen de sobra. Sólo hay que recordar la guerra por el petróleo en los países árabes, la venta a empresas privatizadas de YPF en Argentina, etc.
Ahora, uno de sus principales objetivos es apropiarse del Acuífero Guaraní, uno de los reservorios subterráneos de agua potable más importante del mundo, presente bajo las tierras de las provincias argentinas de Misiones, Corrientes y Entre Ríos, entre otros sectores.
La gran pregunta es: ¿hasta cuándo? Y parece no tener respuesta. Países imperialistas como Norteamérica tienen una sed de de poder y dominación que es insaciable. De esta manera detenta una doble imagen: ante el mundo, se muestran como “los grandes defensores del planeta que ayudan a países en vías de desarrollo”. Respecto a esta cuestión, cabe recordar que son dueños de las principales cadenas de medios de comunicación a nivel mundial.
Sin embargo, puertas adentro sus intereses son de dominación y conquista, de apropiación de todo lo que ellos –en su territorio- no tienen y van a buscar a otros lugares, sin importarles nada.
Es por esto que Estados Unidos quiere ser dueño de todo, y las políticas de Argentina, en referencia a este tema, dejan camino libre para que potencias como éstas actúen y se apropien de todo sin el mínimo control nacional para poder reservar el patrimonio de los argentinos.
Al país actualmente presidido por George W. Bush nada le importa los países en desarrollo, sobre todo si sabe a ciencia cierta que no pueden sacarle provecho económico alguno. Es por eso que quienes están a cargo del manejo de los destinos de este país, aquellos que el pueblo votó para que gobernasen, adopten políticas que frenen el avance del imperialismo norteamericano. Porque, como dice el ambientalista argentino Cristian Freís, “los estados a veces se dejan hacer, y cuando reaccionan, ya es tarde”.
Etiquetas:
Política
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