El que busca encuentra. Quien conozca esta frase y crea en ella, puede tomar como ejemplo a este abogado. Guillermo Torremare ha investigado sobre el crimen de Nair Mustafá y los desaparecidos por la dictadura militar en Tres Arroyos, junto al periodista Andrés Vergnano.
Detrás de su escritorio y frente a un gran mueble con libros jurídicos, recuerda cómo fue la realización de 22, el libro que escribió junto a Vergnano. En él se habla de los tresarroyenses desaparecidos por la dictadura militar.
Este trabajo tuvo dos ediciones. La primera, emitida en el 2001 y su segunda en el aniversario de los 30 años del golpe militar, el 24 de marzo del 2006. Esta última publicación detalla aún más la vida de cada desaparecido.
¿Cómo empezó su participación en 22?
El tema tiene que ver con que soy un defensor de los derechos humanos y había trabajado en una investigación periodística anterior con Andrés. Nos llevamos muy bien trabajando juntos en la investigación del caso Nair Mustafá. La idea fue de él, que investiguemos los desaparecidos de Tres Arroyos y me prendí.
¿Por qué?
Porque me pareció una asignatura pendiente en Tres Arroyos… en Tres Arroyos no se sabía con exactitud quiénes eran los desaparecidos.
¿Qué perseguían con este trabajo?
Primero saber exactamente cuántos y quiénes eran. Y, cuando se supiera eso, meternos en su vida para saber cómo y por qué desaparecieron y qué se supo de ellos después de su desaparición. Nuestra idea era devolver el rostro humano a esas personas, porque habían sido condenadas al olvido… a ser sólo nombres sin que se conociera su historia.
Para lograrlo ¿A que fuentes recurrieron?
Para rastrear esa imagen humana, rastreamos en todos los archivos que dan cuenta de la circunstancia de la desaparición. La mayoría de estos archivos están en la capital federal. También revisamos diarios de la época. Además, rastreamos a toda persona que haya tenido cualquier tipo de vinculación con ellos, afectiva, sea de militancia política, laboral, en fin… de cualquier naturaleza.
¿Recuerda algo de este trabajo que lo haya marcado?
Algo que siempre recuerdo es la diferente actitud que tenían los padres de los desaparecidos a la de los hijos. Los hijos estaban ávidos de colaborar con nosotros porque ellos también estaban buscando información sobre sus padres. En algunos casos, hasta trabajábamos juntos. La actitud de los padres, en muchos casos -no en todos- fue distinta, más distante. Nos contaban la historia de sus hijos, pero daba la impresión que no esperaban que nosotros les reveláramos algo…
Qué extraño…
Sí, en algunos casos nosotros sabíamos más sobre el destino que habían tenido sus hijos desaparecidos. Y era como que los padres estaban sin demasiado interés en conocerlo.
¿Por qué piensa que fue así?
Por la huella terrible que dejó la dictadura. En algunos casos vimos que las familias escondieron la noticia de la desaparición de sus hijos. Y esto tenía que ver con miedo y en otros casos también con vergüenza. Porque la dictadura “instaló” que quienes estaban desaparecidos eran terroristas. Concepto absolutamente falso.
¿Continúa investigando sobre los desaparecidos?
Cualquier información que tenemos (de los desaparecidos), la resguardamos por si algún día hacemos una nueva edición o una profundización del trabajo, cosa que por ahora no tenemos en mente y sistemáticamente no continuamos investigando.
¿Cree que el gobierno actual ha revalorizado los derechos humanos?
Parcialmente sí. La nulidad de las leyes de impunidad y revalorizar “la memoria” de la dictadura, son cosas que creo importantes. Pero faltan muchas otras.
¿Como cuáles?
La realidad carcelaria argentina, que está a un pie de igualdad con las más terribles del mundo. También los procesos judiciales a manifestantes. Esa jurisdicción, a mi juicio, viola los derechos humanos. Porque la Constitución Nacional incorporó los tratados internacionales de derechos humanos. Que plantean claramente que es ilegal vivir en pobreza extrema, en carencia extrema. Entonces, si un grupo de personas corta una calle porque no tiene luz, agua, etc., están revalorizando su derecho y no hay por qué procesarlos.
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