A comienzos del presente mes de noviembre, Claromecó se quedó sin una de sus dos estaciones de servicio. El propietario de la gasolinera cerró el local porque “debía invertir mucho”, situación que devino en el cierre del comercio.
En el verano, la principal villa balnearia del distrito presenta una gran movida comercial, aunque concentrada principalmente durante el mes de enero. Pero reacondicionar el local por esos pocos meses no justificaría, al parecer, la necesaria erogación de dinero.
Tal vez por este motivo, tampoco aparece hasta el momento otro emprendedor interesado en hacerse cargo de la vieja estación de servicio. Por lo que muestra el panorama, la villa presentará sólo un local destinado al abastecimiento de combustibles.
Más allá de lo anterior, las autoridades locales salieron a aquietar las aguas, argumentando que “no va a haber escasez de combustible durante la temporada”.
Queda entonces en evidencia el surgimiento de un monopolio en Claromecó. Los monopolios nunca fueron buenos para los clientes, ya que quienes los manejan a menudo ofrecen servicios que no se perfeccionan –dada la falta de competencia- y manejan los precios a su antojo.
Por consiguiente, las vacaciones en la costa local pueden resultar, para algunos, más costosas que lo habitual. El inconveniente afectará a determinados turistas porque, a corta distancia, pueden encontrarse otras estaciones de servicio.
Sin embargo, los potenciales perjudicados pueden ser quienes decidan quedarse más de un fin de semana en la villa y no estén acostumbrados a soltar su coche para trasladarse.
Y si estos cómodos turistas quieren ajustar sus gastos, tienen una luz en sus caminos. Es que, precisamente, una de las características de Claromecó está dada por sus cortas distancias, relativamente hablando, claro.
Tal vez sea la excusa perfecta para dejar el coche, descongestionar el tráfico generado en la alta temporada y trasladarse a pie. Así quizás el auto también pueda tomarse unas merecidas vacaciones.
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