Sentirse solos

Córdoba, 2 de septiembre de 2003. La madre de una alumna de cuarto grado golpeó a la maestra de su hija debido a una baja nota que obtuvo en una prueba escolar. A la salida del establecimiento educativo y delante de docentes y alumnos, la agresora -luego de discutir en un tono elevado con la maestra- la abofeteó.

La Plata, 3 de abril de 2008. Una maestra de 58 años fue agredida por su alumno de 12 la salida de la Escuela de Educación Secundaria N° 3. El chico le propició golpes y patadas por todo el cuerpo. Después del ataque, el agresor fue suspendido por tres días y la directora del establecimiento decidió cambiarlo de turno. Sin embargo, en la actualidad, victima y victimario continúan compartiendo el mismo colegio.

Melchor Romero -partido de La Plata-, 24 de abril de 2008. En la EPB Nº 13, la madre de un chico de siete años irrumpió sorpresivamente en el aula de su hijo e increpó duramente a la maestra y, frente a toda la clase, comenzó a insultarla. Luego, la llevó a los golpes a la dirección.

Desde hace tiempo, se han conocido numerosos casos de agresiones a docentes, ya sea por parte de los padres o de los mismos alumnos. Tres Arroyos no está ajena a esta problemática que afecta a todo el sistema educativo. Un sistema en el cual los docentes parecen –a menudo- ser los más vulnerables.

En varias escuelas de la localidad la violencia hacia los docentes existe. Tal vez, los casos no sean de una gravedad extrema como para salir en medios de comunicación. Sin embargo, la violencia está y nunca se sabe cuándo Tres Arroyos volverá a ser noticia de hechos de agresión.

Este problema no distingue división de clases. Si bien existen instituciones educativas integradas por alumnos de escasos recursos en las que se pueden apreciar sucesos violentos, también estos hechos se encuentran en aquellas escuelas que -en el imaginario colectivo de los tresarroyenses- parecen ser las mejores calificadas para educar.

Docentes agredidas -física y verbalmente- por sus alumnos, por los padres que justifican a ciegas a sus hijos, y en ocasiones por sus propios colegas y directivos, es la realidad con la que debe enfrentarse el maestro actual. En la ciudad ya no parecen asombrar los casos en que alumnos tiran sillas y bancos dentro del aula, encienden papeles y agreden verbalmente a sus compañeros y maestras.

El sistema educativo está dado para respaldar al alumnado. Lo máximo que puede hacer la directora de la escuela en casos como los mencionados, es suspenderlos por tres días, ya que según el ministro de educación Carlos Tedesco “el lugar de la educación es educar y no sancionar".

El rol del docente está desdibujado y desvalorado. No evalúan el importante papel que cumplen en la sociedad, porque son ellos los encargados de enseñar a las futuras generaciones los contenidos y las reglas básicas para vivir en sociedad y enfrentarse al mundo.

Son ellos, los que con escasos sueldos se enfrentan día a día a batallar con situaciones económicas y sociales de los alumnos. Son ellos, que de lunes a viernes se encuentran con chicos que no tienen qué comer en sus casas, con alumnos que pasan frío, con familias desintegradas. Con la violencia.

Quienes se dedican a realizar las reglamentaciones educativas, los códigos de convivencia y los estatutos, son personas de traje y corbata con una carrera de grado que, en innumerables casos, no han pisado nunca un salón ni se han enfrentado a las situaciones por las que debe pasar un docente en estos tiempos.

Detrás de un escritorio es fácil dictar las normas educativas, pero llevarlas a la práctica es una tarea que sólo algunos conocen y que nadie prestigia. Los maestros y profesores cumplen un rol importante en la sociedad de cualquier país.

El sistema educativo es una utopía. Está hecho para situaciones perfectas de dictado de clases y convivencia. No tienen en cuenta las problemáticas sociales y, ante hechos de violencia responden: lo importante es integrar y que ningún chico quede excluido, sin importar las consecuencias que ello puede generar. Sin embargo, es a los propios docentes a los que el sistema educativo les es indiferente.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

realmente la educación está en un gran apriete, yo como docente lo veo todos los dias, muchos luchamos para que eso de la inclusión no sea un discurso y sea cierto, pero se complica, no es tan sencillo. Las problematicas que toda la sociedad tiene hoy son las quevemos en el salon, las que vivimos en el salon.
Además los chicos no inventaron ser violentos... de algun lado viene


LAURA