Toda sociedad, es decir, todo conjunto de personas que conviven y se relacionan dentro de un mismo espacio y ámbito cultural, necesita de individuos comprometidos y responsables de los actos que realiza en ese sitio que comparte con los demás.
“Mis derechos terminan cuando empiezan los del otro”, suele no contar para muchos. El compromiso como ciudadanos y habitantes de una sociedad -en Tres Arroyos- parece no respetarse.
En la ciudad es constante ver como quienes pasean a sus perros por la plaza lo hacen sin llevar consigo una pala y una bolsa para juntar las suciedades de sus mascotas, ya que lo tildan de “asqueroso”. Sin embargo, minutos más tarde, niños junto a sus madres corren por allí o jóvenes que toman mate se sientan por donde anduvo “el perro del vecino”. Por otra parte, en numerosos casos, dichos animales no llevan bozal, una medida reglamentaria a la hora de andar con las mascotas.
Sin embargo, no es el único caso: “para que usar cinturón de seguridad si acá en Tres Arroyos no pasa nada”, dicen varios, aunque ya en los últimos años -con los numerosos accidentes que se han producido-, esa idea ha quedado desactualizada.
También se puede evidenciar como quienes andan en bicicleta no respetan los semáforos y muchos de los que transitan con vehículos no tienen en cuenta las sendas peatonales, parándose –en reiteradas veces- sobre ella. O como aquellos que caminan cruzan a mitad de cuadra o cuando el semáforo esta en verde.
Si bien es una realidad que esto no sólo sucede en nuestra ciudad sino en todo el país, también es una verdad que los cambios deben empezar por casa.
Siempre es mejor criticar lo que hace el otro. Sólo hace falta consciencia, saber que cada acto que se realiza conlleva una responsabilidad, porque la mejor manera de enseñar es predicar con el ejemplo.
La responsabilidad de pasear al perro, la de manejar, la de andar en bicicleta, la misma responsabilidad que se debe tener a la hora de votar, o simplemente de salir a la calle, es la mejor forma de respetar a quien está al lado, es la mejor forma de ser coherente con los pensamientos y los actos de cada uno. Así se podrá, de una vez por todas, respetar al otro.
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